Porque el mundo es una mierda… La Carpa del Diablo es magnífica

Advertencia: Lo que leerán a continuación, además de hablar del programa «La Carpa del Diablo», es la primera (y última vez) que escribiré sobre el momento más amargo de mi vida. Si alguien se siente ofendido con lo escrito, mis disculpas, pero váyanse a la mierda.

 

Hacia finales de 2007, sentía que las cosas no iban bien en mi vida. Después de estar 3 años estudiando Diseño en Comunicación Visual en la UTEM, veía que mi futuro no era lo que yo esperaba. Me sentía decepcionado y apestado. Decepcionado de una profesión que creía, estaba orientado a ayudar a otros, marcando la diferencia con la creatividad del «diseñador» en pos de solucionar problemas de la gente, pero a la larga me di cuenta que, en realidad sólo éramos instrumentos con capacidad creativa, adiestrados para ayudar a otros para buscar la mejor forma de vender cuanta cosa uno puede imaginar, sin importar lo que fuera o lo que hiciera; y estaba apestado de un ambiente el cual creía aterrizado, consciente del mundo en el que vive, de sus problemas, y del rol que cumplíamos en él para ayudar a mejorarlo, para que, al final, me diera cuenta que sólo era un círculo de egos y caretas de lindos colores y formas, que ayudan a ocultar el vacío de las personas que giran en torno a él.

Luego de un año complejo en todos los niveles (estudios, ámbito personal, deudas, etc), estaba enfermo. Enfermo de toda esa basura que me hacía mal, que me hacía sentir un ser autómata, programado a responder en colores, formas, y en ideas transformadas en productos que el tiempo olvidaría. Estaba enfermo de esos hombres y mujeres que se creían superiores a los otros sólo por lo que escuchan, comen, usan para vestirse y para entretenerse, no le pertenecen al resto de las personas. Pero sobretodo, estaba enfermo de ver intelectuales de Publimetro y La Hora, tipos que no saben donde diablos tienen puesto el culo, preocupados de que buena está la música de Radio Horizonte, de las fotos más «artísticas» que están en Flickr, o de lo nuevo que está dando MTV;  mientras que creen tener la autoridad moral de criticar al prójimo, cuando no saben siquiera llenar sus propios zapatos.

Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, iba con menos ánimo y menos energía a las clases. No quería más. No me importaba si tenía que hacer todo de cero, pero me aterraba pensar que mi vida sería una constante entre imprentas, Photoshop, clientes de mierda, y horas perdidas en el trabajo rutinario, sin forma de mejorar como persona. Así, a finales de 2008, dejé la carrera, luego de estar estudiando 4 años la que, creía yo, al matricularme ingénuamente en una universidad que tiene todo, menos seriedad, sería la manera de ganarme la vida de ahí en más. Cuan equivocado estaba en ese entonces. Al final, sólo había descubierto algo… Era un weón… Era un perdedor dentro de una cuidad winner, y eso me hacía sentir como el hoyo.

En ese entonces que me alejé de todo, de mis amigos, de mi familia, de mis conocidos, de mis sueños, y de mis ganas de seguir adelante. Estaba, pero a la vez no, era como un zombie, sólo reaccionaba y punto, no era más. Y me refugié en la música, en la radio,  en mis historias de ficción, en la lucha libre, y en internet. Mi frustración, mi pena, y por sobretodo, mi miedo al futuro, me hacían pensar lo peor, y estos refugios temporales, al menos, servían para amortiguar esa tristeza que inundaba mi ser. Así, el 2009 fue un año negro, perdí contacto con muchos de los que creía eran mis amigos, y los que de verdad lo eran, aunque fuera difícil, los veía cuanto podía. Pensaba en que iba a hacer, de ahora en adelante, pero la verdad, lo que necesitaba era no pensar, sólo descanzar, darle un respiro a mi cabeza que, de verdad no daba más. Sólo había algo en mi cabeza, una idea que el Vardo tiró y casi nadie tomó en serio, salvo el Kamm y yo… Hacer un podcast.

2010 sería un año negro. El terremoto sin duda fue algo que cambió muchos de mis planes. Eso, y que no pudiera volver a estudiar (esta vez Psicología), ya que consideraban los encargados de la universidad, que no estaba los suficientemente cuerdo para meterme en una carrera caga cabezas. Así que la idea de hacer un podcast era el único refugio, pensar en una idea divertida, algo que llamara la atención, que aportara a alguien, y que me permitiera olvidar los problemas que, cada día, aumentaban en mi vida. Y así llegué a Podcaster, el sitio chileno de podcasts de los más diversos temas (aunque el monopolio de Avello y Ruminot, y los 1.000 programas otakus que se pelean esas estrellitas que no sirven de nada, digan lo contrario), y que me sorprendió inmediatamente por ese democrático espacio que se habría para todo aquel que pudiera grabar un audio en su PC, con el micrófono que tuviera a mano.

Y encontré un programa en la sección de Humor, que de chistoso, no tenía nada. Hablaba de ese sinsentido de la vida como la conocemos;de cómo damos por hecho cosas que no deben ser; de esas distancias que tomamos, a pesar de ser cortas, nos alejan de vidas completas; de cómo hemos terminado creyendo que el bien de unos pocos, es el bien propio; de la ironía de la vida moderna, y de nuestra idolatría por ella; y por sobre todo, del afán de no recordar quienes somos realmente, porque nos da vergüenza reconocer que somos unos weones. Y yo soy un weón, y vi que otras personas pensaban como yo, pero a diferencia mía, tuvieron la valentía (o la mala idea, quien sabe) de decirlo… Su nombre es La Carpa del Diablo.

Y en ese programa, encontré voces familiares. Una era la de Rolando Ramos, locutor que acompañó mi niñez y mi adolescencia en la Rock & Pop ( Canal y Radio) y la Radio Futuro, pero la voz principal se me hacía conocida, era una voz que había escuchado, que aunque disimulara alegría, ocultaba un dejo de pena, frustración, y amargura. Y ahí me di cuenta, por el nombre, que era Walter Contreras, locutor de la extinta FM Hit, que como muchos que entran en las radios juveniles, deben representar la alegría y la energía, cuales actores, sólo para tener un sueldo a fin de mes que les permita subsistir hasta el mes siguiente. Pero ahora, escuchaba la voz de otra forma, con convicción, con la seguridad de estar haciendo algo bien, y disfrutar haciéndolo.

Y me sumergí, capítulo tras capítulo, en las frías graderías de este circo pobre, lleno de acróbatas con vértigo, payasos que no hacen reir, sino dan lástima, equilibristas alcohólicos, donde el  mago sólo hace desaparecer su sueldo en drogas al por mayor, y donde la mujer barbuda está en quimioterapia; donde los elefantes están raquíticos, los perros tienen tiña,  y los leones ya perdieron los colmillos; donde el algodón de dulce sabe a sacarina mal diluída, y donde las bebidas estás más que tibias.

Y esa carpa llena de hoyos, y remendadas a más no poder, acoge a esta fauna de personajes decadentes, que a la vez somos nosotros mismos, los que vamos día tras día en el Transantiago, aburridos de escuchar a flaytes subir al máximos sus celulares de moda; que caminamos por las calles, y nos fijamos que pisamos un zurullo de perro, un chicle, y nos cagó una paloma encima; que vemos como la mina que tanto nos gusta, o gustaba, se va con otro tipo, mientras la pena, la frustración, y la vergüenza, nos hace pebre; cuando un jefe negrero nos hace trabajar de más, nos humilla como quiere, y con suerte, a final de mes, lo que recibes en el cheque, te alcanza para fin del mes siguiente.

En fin, La Carpa del Diablo habla de eso que queremos que no exista más, de eso que nos hace mal, pero a la vez, nos define como Chilenos (y como habitantes del Planeta Tierra). Y eso no nos gusta. Pero olvidarlo es peor. Yo lo olvidé, y pagué con ellos los años más amargos de mi corta vida. La Carpa del Diablo fue una terapia alternativa, una cachetada de realidad a la cual estuve tan alejado por años, un gancho al hígado de sentido común que necesitaba con urgencia, y menos mal que lo recibí. Y hoy lo agradezco.

Luego de pasar meses ordenando mis ideas, mis sentimientos reprimidos por mis traumas infantiles, y de darme cuenta que el futuro sea bueno o malo, hay que mirarlo con cara de raja, hoy agradezco la posibilidad de haber encontrado La Carpa del Diablo, en esas horas en que me perdía en internet sin objetivo fijo. Y sería aún más gratificante, si alguno de  ustedes, que no conoce el programa, le de una oída (al menos), y entiendan de lo que hablo. Mal que mal, ahora, me siento bakán (parodia a Plan Z incluída).

Los invito a visitar la página de La Carpa del Diablo, en http://www.lacarpadeldiablo.cl/, o ingresen a Podcaster.cl, y busquen el programa «La Carpa del Diablo»… Un programa para perdedores, en un país ganador.

Acerca de Don Nico

Dibujante y guionista, metalero, libre pensador. Director General de http://cuatroesquinas.net, y Editor de http://spartans.cl ... Y un weón cara de raja!!!.- Más info de este gandúl en https://rinconbananero.wordpress.com/ y en http://twitter.com/Don_Nico/ . Entre y conozca un poco más de este monumento a la decadencia humana conocida como Don Nico... Total, es gratis...

Publicado el 3 febrero, 2011 en Música, Sociedad y Cultura y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. Wena wn aca Rabid (supongo que cachastes xD) haciendo nuevamente una pausa fuera de Stgo pa postearte xD

    Oye wn entrete la nota sobre todo xq me senti muy identificado en eso de alejarse, de ensar que la vida es una mierda y que soy wn, etc. Así q escuchare el podscat de la carpa del Diablo cuando llegue a Santiasko

    Saludos!

    PD: Todos los payasos del mundo son fomes así que eso pudiste ahorrartelo salvo que sea una inderecta para…
    PD2: ¿Como es eso de que en pags ha seguir no esta la mia? ¬¬
    PD3: Pa no perder la seriedad de la nota (y del posteo) te dejo un dicho hindu que le lei a Paul McCartney (gran artista) una vez que usa el mucho y dice + o – así «Sali a llorar porque no tenia zapatos, luego vi al lado mio a un tipo que no tenia piernas». Meditela 😉

  2. Excelente post. Alguien sabe donde puedo encontrar los escritos que salen en la carpa del diablo, hay alguno realmente notables. Me gustaría leerlos.

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